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30 Pero la madre del niño exclamó:

―¡Te juro que no te dejaré solo! ¡Tan cierto como que el Señor y tú estáis vivos!

Así que Eliseo se levantó y fue con ella. 31 Guiezi, que se había adelantado, llegó y colocó el bastón sobre la cara del niño, pero este no respondió ni dio ninguna señal de vida. Por tanto, Guiezi volvió para encontrarse con Eliseo y le dijo:

―El niño no despierta.

32 Cuando Eliseo llegó a la casa, encontró al niño muerto, tendido sobre su cama.

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